martes, 31 de mayo de 2011

Encontrar, experimentar, compartir

La relación de CAMON con su público está basada en una interrelación directa y constante, bien virtual o bien física. Un método para hacer participar activamente al público es el de permitir que se registren y de esta manera puedan publicar post en el blog, votar lo que más les guste, crear grupos, proponer actividades, etc. Es decir, CAMON crea una comunidad prosumidora, que produce y consume contenidos.

Una de las bases fundamentales de esta relación con el públio es su idea de BeLearning. CAMON entiende el aprendizaje como un fenómeno estrechamente ligado al ser y al estar. Cualquier actividad nos proporciona un conocimiento, sobre todo, si es uno mismo el que la descubre (encuentra), la practica (experimenta) y la comparte con los demás. Así es como aprenden los niños a “vivir”: encontrando, experimentando y compartiendo. Por eso precisamente CAMON da mucha importancia al aspecto lúdico del aprendizaje, pues como los niños, los adultos también aprenden jugando.

CAMON exige la participación directa de los usuarios, sin ella no tiene sentido. El proyecto está creado en torno al público. Es un proceso en el que los destinatarios pasan a convertirse en creadores. El público (PROSUMIDOR) produce y consume los contenidos, tanto del espacio físico como del digital. El prosumidor no es un consumidor pasivo, sino un creador de contenidos, un generador de ideas y conceptos que son consumidos por él mismo y por otras personas con las que tiene un interés común. Si bien es cierto, que es una producción y un consumo en cierto modo dirigido, pues no se trata de cualquier contenido, sino de aquel acorde con el espíritu de la organización.

Otra de las características del prosumidor es que no actúa en soledad, sino que forma parte de una red de creación que supera los límites disciplinares y organizativos. En torno a CAMON se constituye una red abierta de creación con múltiples tipos de usuarios diferentes. La institución trata de involucrar a la ciudadanía no especialmente inclinada hacia la tecnología, integrando de este modo un importante componente educativo. Como hemos señalado antes, el proceso de aprendizaje es una característica intrínseca de CAMON. 

CAMON = BeLearning = crear · interactuar · enriquecer · participar · ampliar · impulsar · acceder · descubrir · actuar · compartir

sábado, 28 de mayo de 2011

Continuará...

Lo que deben hacer las ciudades es pensar en atraer creatividad y que ésta interactúe con lo local y no se centre en la compra del talento: Hay que cambiar el sistema y desarrollar políticas estratégicas, que escapen de lo momentáneo y perduren en el territorio”. Alfons Martinell.
La elección de las ciudades sede de la bienal Manifesta no es al azar. La organización huye de los grandes centros de arte contemporáneo y elige ciudades periféricas que no destaquen por su movimiento artístico; por ello es muy importante no dejar pasar la oportunidad de generar perdurabilidad de los resultados en ese entorno local. Convertir estos espacios en ciudades creativas.

La organización debe realizar con los actores locales una verdadera evaluación de las necesidades culturales de la sociedad local para proponer proyectos que solucionen esas carencias, de modo que tenga sentido su perdurabilidad. Se debe implicar (de verdad) a artistas, asociaciones, empresas, administración, etc. locales. Y se les debe implicar desde el inicio, desde la elección de la ciudad. Que tengan voz y voto. Se podrían presentar todos los proyectos en Internet y que la gente opine y debata sobre la mejor opción.

Para implicar a los artistas locales debe combinarse la invitación y la convocatoria abierta, para generar propuestas para contextos específicos, que ellos conocen mejor que nadie. Los podría presentar en Internet y también que el público opinase sobre ellos y eligiese los que creyese más oportunos. La idea es crear un comisariado abierto y compartido.

También sería interesante incluir el espacio público entre los espacios expositivos y que algunas de las obras creadas para la ocasión se cediesen a la ciudad. Es una manera de que el arte se apropie de las zonas comunes. Ayudados por la administración local el arte contemporáneo debe tener un protagonismo creciente en los espacios públicos con obras e intervenciones artísticas interactuando con los ciudadanos de a pie. 
Otra idea que considero fundamental es la de no generar la perdurabilidad solo en el entorno local, sino también en el entorno global: en Internet. Sería interesante colgar fotos, vídeos, textos, etc. sobre las obras realizadas e incluso sobre el proceso de creación de las mismas, para implicar al público en todo el proceso del bienio. 


Manifesta comprende una serie de actividades que se extiende durante dos años e incluye reuniones, debates, seminarios, publicaciones y otras actividades, celebradas en distintas zonas de Europa y las regiones vecinas y que culmina en la exposición final. Sería pues interesante que los resultados de dichas reuniones, debates y seminarios se publicasen en la web, para compartir los temas que se han debatido y las distintas visiones sobre dichos temas. Visto que Manifesta es un proceso, sería muy interesante hacer partícipe al público global y al local de dicha construcción. Durante los dos años se debe trabajar on-line, sacándole partido a Internet como foro público, para ir, entre todos, creando y apropiándonos del siguiente Manifesta. 

viernes, 20 de mayo de 2011

Reticencias a la democratización de la cultura

El sector “profesional” de la cultura ligado a la industria cultural tradicional ofrece resistencias a los nuevos modelos de producción de proyectos culturales. Esto puede deberse a una infinidad de motivos, en esta entrada vamos a tratar solo algunos de ellos.

La industria cultural teme que la “democratización” de los procesos de producción les haga perder las ventajas y beneficios que obtienen con el producto cultural tradicional.
“La inmaterialidad de la producción contemporánea contrasta con la tradicional concepción objetual del sistema del arte, que necesita de la fisicidad de la obra artística para que toda su estructura y mapa de relaciones tenga sentido”. [Producción artística y Copyleft en el nuevo entorno digital, por Natxo Rodríguez Arkaute]
Hay muchos roles clásicos en la industria cultural, como el productor, el editor, el sello discográfico, que están viendo cuestionada su funcionalidad y esto, como es comprensible, ha nadie le gusta. Sólo algunos de ellos están teniendo la inteligencia para ver que no es una cuestión de ser o no ser necesario. No hay que ser, hay que “hacerse” imprescindible y adaptarse a los nuevos roles necesarios en este nuevo modelo de producción.

Los creadores, por su parte, temen perder el control sobre su obra, a parte de no cobrar por su derecho de autor. 
“La tecnología digital y su aplicación a la red de Internet facilitan una disolución progresiva del concepto de autoría tal y como se entendía hasta ahora, por lo que los creadores tradicionales tienen recelo a perder el control sobre sus obras”. [Producción artística y Copyleft en el nuevo entorno digital, por Natxo Rodríguez Arkaute]
De todas formas, la cultura siempre ha estado en crisis. Solo unos cuantos grupos de música triunfaban, solo unos cuantas películas eran rentables, etc. De hecho, no sé porqué se llaman “industrias” culturales, pues la mayoría sobrevive gracias a las subvenciones. Y ahora han encontrado un demonio al que echarle la culpa de su crisis en lugar de ver las ventajas que Internet y las nuevas tecnologías les pueden aportar. Confío en que poco a poco comprendan lo que se han estado perdiendo.

martes, 17 de mayo de 2011

¿Sin descargas?

La llamada “ley Sinde” es un apartado de la ley 2/2011, de 4 de marzo, de Economía Sostenible, dedicada a la regulación de webs y a la protección de la propiedad intelectual. Fue aprobada en el Congreso el 15 de febrero de 2011 gracias al apoyo que PP y CiU brindaron al gobierno, después de diversas negociaciones.
Esta ley se encuentra dentro del marco de actuación que la Eurozona está aplicando para sus gobiernos respecto a la regulación de Internet. Y es apoyada y promovida además por EEUU, como confirman los cables publicados en Wikileaks.

El Congreso aprueba leyes que benefician a la sociedad. Veamos a qué sociedad en este caso:
Por una parte está la industria cultural representada por la Coalición de Creadores, formada por entidades como la Sociedad General de Autores (SGAE), la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales (EGEDA) y la Asociación de Productores de Música de España (Promusicae).
Ligadas a esta industria encontramos a diversas figuras del panorama cultural español, como Alejandro Sanz, Fernando Trueba o Eduardo Noriega. Más de 150 escritores, entre ellos Almudena Grandes, Rosa Montero, Juan José Millás, Ángeles Caso, Elvira Lindo, Fernando Savater y Enrique Vila Matas, firmaron un manifiesto por el Copyright, en el que señalan que “Internet debe ser un medio libre y neutral, pero eso no quiere decir que no deban existir reglas en su administración y que pueda conservar la impunidad quien las infringe”. 

Los principales argumentos a favor de dicha ley son los siguientes:
  • Descargar contenido protegido por derechos de autor sin su consentimiento es ilegal porque así lo dice la Ley de Propiedad Intelectual, si bien no es delito porque no encaja dentro de lo establecido en el Código Penal, que exige que la conducta tenga ánimo de lucro. Tampoco es la intención del Parlamento que esta conducta se castigue con cárcel.
  • La Ley Sinde incorpora la participación de un juez en diferentes momentos del procedimiento estableciendo un sistema con garantías suficientes para alejar el peligro de la censura.

Desde la aparición en escena de esta Ley, numerosos colectivos formales e informales se han manifestado en contra.


Los partidos políticos que han mostrado una postura claramente contraria son Izquierda Unida, Unión Progreso y Democracia, Ciudadanos y el Partido Pirata. También se han pronunciado claramente en contra la asociación de consumidores Facua y el diario 20minutos, único medio de comunicación español en posicionarse abiertamente. 

Se ha generado un auténtico debate social, principalmente en la Red, y se han puesto en marcha campañas en contra de la ley, movilizaciones de la opinión pública y recogida de firmas. Periodistas, blogueros e internautas redactaron un manifiesto en defensa de los derechos fundamentales en Internet, respaldado por miles de usuarios a través de las redes sociales. En dicho manifiesto se esgrime que “Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir”. Se critica principalmente que se sitúen los derechos de autor por encima de derechos fundamentales como el derecho a la privacidad.


Blogueros, periodistas, abogados, administradores de webs, y un largo etcétera de usuarios han criticado la iniciativa del Gobierno aduciendo muchas razones. En primer lugar, consideran que se trata de una ley que obedece a criterios empresariales y desatiende los derechos de los internautas, tal y como reclaman organizaciones de consumidores. Además, deja en una situación ambigua muchas prácticas de los usuarios de Internet, como la remezcla.

Los creadores llevan años quejándose de las condiciones abusivas de la “industria cultural” y de las sociedades de gestión. Escritores, músicos y cineastas se lamentaban de la miseria que les llegaba a ellos, los auténticos creadores, de los beneficios generados por los derechos de autor.



La tecnología e Internet les está ofreciendo una nueva forma de gestionar dichos derechos, más directamente. Es verdad que es un camino todavía incierto que debe estudiarse, pero al menos es otro camino. Y muchos autores han comprendido rápidamente que esta nueva realidad es una gran oportunidad de negocio.



Es lógico que las empresas productoras de bienes culturales y los propios autores exijan una ley que proteja su propiedad. Pero una ley no va a cambiar la realidad: la tecnología ha hecho fácil la copia y la distribución de los contenidos. Las empresas que viven de vender estos contenidos tienen que ofrecer algo más que copias y distribución si quieren sobrevivir.



Escoger licencias copyleft para proteger sus creaciones, supone para un músico no perder el control de los derechos que genere su obra, lo que sí ocurre cuando un autor se afilia a una entidad de gestión, siendo ésta la que pasa a ostentar la titularidad de sus derechos en todos los conceptos.


Álex de la Iglesia expone un argumento muy interesante: "De pronto descubrí que había muchos puntos en común [entre la industria cultural y los internautas]. Nadie estaba a favor del todo gratis, estaban de acuerdo en reconocer los derechos (y obligaciones) del autor frente a su obra, y a todos les parecía correcto buscar una manera ágil y eficaz de hacerlo. Yo, por mi parte, reconocí que el modelo de mercado necesitaba ser ampliado y corregido, que la oferta legal no era suficiente, y que compartir archivos con libertad era algo inamovible y deseado por todos".


También hay que eliminar el argumento de que la piratería está acabando con la “cultura”; está acabando (afortunadamente) con la “industria cultural” que conocemos, que beneficia solo a unos pocos. Dicha “industria” en lugar de quejarse, debería observar y aprender de los “piratas”, ya que ellos han comprendido que se puede hacer (o no hacer) negocio en Internet. Y no aferrarse a una ley que, entre otras cosas, es inviable.